No hace mucho tiempo, cuando el actual Presidente formó Gobierno, escribí un artículo titulado aurea mediocritas pensando que, dado el prestigio de algunos de los ministros, dicho señor, sería capaz de enderezar su mal hacer cuando estaba en la oposición. No porque hubiera cambiado – perderá el cordero la lana, pero no la maña – si no por la influencia de tan buenos acompañantes. Pero, como tantas veces, me equivoqué, porque, en los datos que forman el criterio, se me olvidaron dos cosas. Una, que solo me había fijado en dos de los ministros, a mi parecer, sensatos, mientras el resto eran del PSOE de siempre, amamantados a las ubres del capitidisminuido y malvado Zapatero, de triste recuerdo; y, la otra, que no me acordé que, al aceptar el sillón, que contiene el mando, el ansia de poder modifica al hombre.
Parece imposible que aquel Borrell, que lo vimos subido en la tribuna un 3 de Octubre, defendiendo una España, unida y soberana, se difuminara, oyendo mentir a la portavoz del Gobierno, cada viernes, después del Consejo de Ministros, tratando de justificar la injustificable trágala de oír, en lugar de los acuerdos del Consejo, el ataque a los otros partidos, y la vergonzosa explicación, cuando trata de justificar el insulto con que Torra, “El sublime”, nos despierta cada mañana ; o que un hombre de ciencia, que, se le supone, ajeno a la vanidad de un cargo, y serio en sus acciones, permanecería al lado de un plagiario y deshonesto Sánchez, cuando se pusiera de manifiesto su personalidad, concediéndole el beneficio de la duda, de que no lo conociera antes.
Los ataques continuos a la Constitución, al Rey o a la Bandera, no pueden considerarse actuaciones protegidas por la libertad ideológica, amparada por el Art. 16, 1) de dicha Constitución, porque, tal libertad, está limitada, en el propio artículo, por el respeto al orden público, que protege la Ley. Pero, si se quiere huir de discutir la base jurídica de tal afirmación, o su mandato se considera inconsistente, podemos basarnos en que, tales actitudes, suponen, indiscutiblemente, un ataque a la convivencia del pueblo, cuya defensa es la primera obligación del Gobierno.
La Sala de lo Contencioso-Administrativo del TS en sentencia, de fecha 23 de marzo de 2015, declaró conforme a Derecho, una modificación de la Ordenanza municipal para fomentar y garantizar la convivencia ciudadana de Barcelona, que prohibía el nudismo y el uso de bañador o ropa similar en los espacios públicos de la ciudad, estableciendo las correspondientes infracciones administrativas.
Así, cuando el cuasi-doctor Sánchez, El Mentiroso, con su conflictivo Gobierno, afirma que, la falta de respeto hacia el resto de los españoles, por parte de los independentistas, no es objeto de sanción alguna, ni que, con su tolerancia, les está pagando su contribución al cargo, lo que hace es protegerse, porque sabe que está infringiendo la mencionada Ordenanza en toda su extensión, dado que él se encuentra, nunca mejor dicho, con el culo al aire y su confabulación con el bolivariano Iglesias, aplicando impuestos confiscatorios, nos obligará a cometer las mismas infracciones, porque conseguirá dejar en cueros a todos los españoles.