San Mateo, comienza su evangelio diciendo, que había nacido Jesús, en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Todos los relatos, sobre el nacimiento y los primeros años de Jesús, estuvieron influidos por mitos y tradiciones, casi siempre orientales y anteriores al propio Cristo. En Occidente, la fiesta del 25 de diciembre se estableció, basándose en la que se celebraba en honor de la deidad indopersa Mitra, que, en su nacimiento, recibió los regalos de oro, incienso, y mirra, los mismos que San Mateo recrea en la visita que hicieron al Niño los Reyes Magos, y, de hecho, tal día, no fue, oficialmente, reconocido, hasta el año 345, cuando, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio de Nacianceno, se proclamó como fecha del nacimiento de Jesús. Partiendo de estas afirmaciones, la Iglesia añadió a sus costumbres, en la edad media, las figuras del nacimiento y los villancicos, siendo, los grandes banquetes, el punto culminante de las celebraciones. En Gran Bretaña, estas fiestas se suspendieron cuando, los puritanos las prohibieron en 1.552, volviendo en 1660 con Carlos II, y, los rituales, desaparecieron hasta la época victoriana. El árbol de Navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América en pleno S.XIX, y las tarjetas de Navidad no empezaron a utilizarse hasta finales del mismo, aunque la primera de ellas se imprimió en Londres en 1846. Santa Claus, con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes, es una invención estadounidense de estos años, y la leyenda de Papá Noel es antigua y compleja, y procede, en parte, de San Nicolás, que, en Rusia lleva tradicionalmente un cochinillo rosa bajo el brazo. En los países de América Latina, de arraigada tradición católica, y en una parte importante de la península, se celebra especialmente la Nochebuena (24 de diciembre) con una cena familiar para la que se elaboran una diversidad de platos, postres y bebidas tradicionales, con asistencia, al final de la cena, a la Misa del gallo. En México, la Nochebuena constituye la culminación de una celebración que dura nueve días a la que se llama “las posadas”. Éstas empiezan el 16 de diciembre y conmemoran el viaje de María y José en su búsqueda de alojamiento antes del nacimiento de Jesús. Consiste en solicitar posada mediante típicos cánticos, a los que responden los anfitriones, negándose, y al final se celebra con júbilo la acogida, por cuanto termina, felizmente, la larga travesía de los peregrinos. Actualmente, la Navidad sigue reuniendo a las familias, en tradicional comida, con intercambio de regalos, habiéndose configurado una fiesta más profana que religiosa, con una gran actividad comercial.

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