Ay toro, torito, toro
toro de la España mía
quién te lo iba a ti a decir
que en estas Islas benditas
se oponen a que te exhibas
las tardes en la corrida.

La otra tarde quise verte
Y a la puerta de la plaza
Un gentío se agrupó
Para llamarnos canallas
criminales sanguinarios
porque a ellos les espanta
tu sangre, toro bendito,
Pero les importa poco
cuando se trata de un niño
abortado por antojo.

¡Santo toro, pobre niño!.

No querían ver tus cuernos
Sobre tu testuz erguida,
Seguro, para evitar,
que compararan medidas,
y ver, en fotografías,
que los tuyos son pequeños,
y con osamenta altiva,
comparados con aquellos,
-de una grandiosa medida-
que soportaban las testas
Que gritaban y ofendían.

Con gestos ciegos de ira
Amenazando de muerte
Amedrentarnos querían
Pues pretendíamos ver
-Tranquilos y en armonía-
Del torero, la esbeltez
Su faena y torería.

Nunca llevarán los cuernos
con esa elegancia tuya,
-son tuyos de nacimiento-
y los otros, toro mío,
se los ponen al momento.
Y no pueden competir
con tu estampa, en el toreo,
porque tu no eres cornudo
-tal como lo entiende el pueblo-
son ellos los engañados
ellos son los de los cuernos.

No tienes que preocuparte
pues siempre soplará el viento
y venteando los aires
sabrás en todo momento
que has nacido para el arte,
y, los que se hayan opuesto,
nunca sabrán la armonía
el arte y divertimento
de verte correr la plaza
mientras te espera el torero.

MORALEJA

Los que te impiden que hagas
-Lo que es legal y correcto-
con amenazas muy duras
serán siempre unos tales,
bastardos, hijos de alguna

NB.- La exquisita sensibilidad del autor, no le ha
permitido poner la debida rima.
Dichos energúmenos no son dignos de ser
hijos de tales señoras.

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