Veo las  cumbres de mi Tramontana

Recostadas serenas en un   firmamento
De brillantes rocas que se están cubriendo
con inmensas capas de  textura blanca
Caminan las nubes cual  diosas aladas
En el vacío inmenso se van disolviendo
Al soplo de dioses que no tienen cuerpo
Y  suya es la  historia  eterna y sagrada
Contemplando su aspecto se va la mañana
Y sin mucha ilusión, ni gran sentimiento,
Sueña mi mente, con cierta bonanza,
De que llegue un día, como esas montañas,
Que en paz, y mirando, este mismo   cielo

Se   agote mi cuerpo, se libere el alma.
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