La dorada mediania
¿Es la virtud el punto medio entre dos extremos? . Según como la entendamos. Lo es, si hablamos de valor y cobardía, de avaricia y derroche, o de lujuria y continencia. Pero no es lo mismo cuando le damos a la palabra virtud, el sentido de excelencia o superación, en los muchos vicios que la sociedad moderna pone de manifiesto. Hago estas consideraciones pensando en el gobierno que, en este tiempo, está jurando, o prometiendo, cumplir con el mandato constitucional y en el Presidente del Gobierno que los ha nombrado. La pregunta que me hago es si este Gobierno podría tener el nombramiento de virtuoso, porque se encuentra entre la pretendida elegancia de la derecha y el revoltoso populismo de una izquierda irracional, unida al aprovechado nacionalismo vasco. Y si el nuevo Presidente, ha entrado en la misma definición porque, ahora, se encuentra entre aquel bronco y grosero político y el Estadista que es capaz de rodearse de un equipo serio, y con cierto prestigio, en beneficio de una Patria que ha empezado a formar parte de su credo. Estoy hablando de que la virtud política se encuentra en una liberalidad, que equilibre las derechas y las izquierdas, en el punto justo que permita la libertad pretendida por las izquierdas, cuando no mandan, y la estrechez de miras, y cierta cobardía, cuando ostentan el poder los conservadores.
Yo me conformaría con que este gobierno lograra el equilibrio que, en una de sus célebres expresiones, utiliza Horacio: aurea mediocritas, la dorada medianía, basada en la prudencia, o el balance, que conlleva seguridad y comodidad, evitando los extremos.
Pero es posible que le ocurra como la leyenda de Ícaro, que huyendo del denostado Rajoy, haya fabricado un ilusionante carro de plumas y cera y, por no utilizar la dorada medianía, tenga que pactar con el tórrido Iglesias, o volar hasta las calenturientas alturas de ambos nacionalismos, empujado por las exigencias de quienes le ayudaron a construir semejante artefacto, y se funda, con sus alas, tan equilibrado Gobierno, y el buen hacer, del que, parece, que son capaces.