Hoy,  al margen de  la  guerra,   en la soledad de un mundo callado,  que escucha el rumor de la tragedia durante el día,  – proclamada a los cuatro vientos, por todos los profesionales del periodismo,  que tienen la posibilidad de dirigirse a la población, – pretendo encontrar el silencio en mi pensamiento, porque, como dijo el poeta, con mis pensamientos voy, con mis pensamientos vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos
  Hoy, en ese mundo callado, la gente espera con impaciencia el resultado de un futuro desconocido, en el que los políticos proclaman a viva voz,  y de forma continuada, la grandeza de un pueblo, al que siguen adormeciendo con alabanzas,  igual  que antes, ladinamente,  hacían con promesas, raramente cumplidas. 
  Hoy, en ese mundo callado, se dejan de escuchar las voces que proclamaban la bondad de una vida, desarrollada en la exaltación de grupos que se proclaman generadores de una igualdad, que, lógicamente,  nunca llegó a disfrutar un pueblo de desiguales.   
  Hoy, en ese mundo callado, las estrellas distribuyen tenues luces en la noche de las esperanzas, rodeando  una luna menguante, no por estar cubriendo su ciclo natural, sino porque en uno de los  cuernos que la sostienen en el espacio,  se rescuelgan  las mentes pensantes de políticos que  tienen puesto su, único, pensamiento en ella.
   Hoy, en ese mundo callado, se  mueven raudales  de saltimbanquis,  trabajando  en el circo de la vida, de cuyas cabriolas,  nacen hechos esperpénticos, mostrados en las plazas de las ciudades y los pueblos, como realizados por ángeles repartidores  de armonía,  aunque callan, sin el menos rubor, que se trata de   otro   mundo, oculto, esclavizado por  sus caprichos. 
  Hoy, en ese mundo callado,  se empieza a notar la fragilidad de una vida, sometida a vientos rasantes, que atacan, inmisericordes, su perspectiva, aunque los llamados a tener el cuidado de la comunidad, nos enseñan sus fantásticas fantasías, menos reales que una aurora boreal, pero mucho más dañinas.  
   Hoy, en ese mundo callado, suenan tambores de guerra, no solo  contra un virus maligno, sino, también, contra quién, por su indolencia, despreciaron su ataque y, ahora, tratan de convencer a  un pueblo indefenso  y traicionado,  que un manto negro, inesperado, y por accidente,  es el responsable de que  el prometido amanecer se vea lejano.    
  Hoy, en ese mundo callado, me veo inmerso, pero, pasada la batalla, mi grito se unirá a las broncas voces de ese pueblo manso, trabajador y desprotegido, con el que llenaron las calles, para obtener votos, requiriendo y, al tiempo, exaltando, el valor de las mujeres, que, a estas alturas, nadie discute, y, como consecuencia, cientos de viejos indefensos, llenan los tanatorios. 
   Hoy, en ese mundo callado,  cuando España entera con el Rey al frente, cuando la oposición cierra filas, ofreciéndole al Gobierno su ayuda, el  mezquino de nuestro Presidente, le echa las culpas al PP, e Iglesias vende la burra barata  de su marxismo  mientras vive como un capitalista.
  Hoy, en ese mundo callado, el cordero seguirá perdiendo la lana, pero no la maña. Iglesias, revestido de hombre de Estado, no dejará de ser el compañero de los Castro, los Maduro y los Lenin, matarifes de media humanidad, y el  miserable, y mentiroso,  Sánchez, seguirá  siendo el miserable, y mentiroso, Presidente Sánchez.     
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