Ha dimitido el Sr Iglesias, alias “el coletas”, y mientras pienso – a veces lo hago – repaso la trayectoria de este político que surgió de la nada, y , al parecer, vuelve a ella. Y en este repaso, deberían saltar a mi mente los beneficios que su actuación produjo a los habitantes de esta España, cuyo nombre siempre ignoró. Deberían ponérseme de manifiesto cualquiera de las leyes que patrocinó, cuya aplicación reflejara su buen hacer, su buen criterio, su amor por las responsabilidades que se comprometió a defender, cuando juró su cargo, sobre la biblia de la democracia que es la constitución. Pero, no encuentro nada de lo que haya podido beneficiarnos el sueldo que ha recibido.
Este comunista de pacotilla, ascendió al poder, negando hoy, lo que proclamaba ayer, hablando de un fascismo imaginario que le aplicaba a todos los demás, cuando el fascismo y el comunismo, son las dos caras de una misma moneda. Usó la proclama de la defensa del pobre, para vivir como un rico, aprobando la entrega al partido del sobrante de tres salarios oficiales, hasta que ganó más, como un trilero de feria que solo enseña la carta que le conviene.
Hablaba de la casta, en sentido despectivo, hasta que formó parte de ella estableciendo su buena residencia en una de las zonas más elegantes de Madrid.
Sin promover su modificación, incumplió la Constitución desde, prácticamente, todos los ángulos. Atacó la Monarquía, Art. 1,2). Alentó a los independentistas catalanes, a pesar del Art. 2,3) y del Art. 3,1); Utilizó los Scratch en clara infracción del Art. 16,1) tratando de a coartar la libertad que indica el Art. 20,1,a); Trató de que lo jueces estuvieran al servicio del gobierno, sin respeta los Art. 117 y siguientes, etc. etc. Una joya, este tipo. Estaremos mejor sin él.
Pero, todo ello, no hubiera sido posible sin el amparo del Presidente – ¡ay, Sánchez! – que pasó de afirmar que no podría dormir si el tal Iglesias, tuviera cierto poder, para pasar a dejarlo dormir en la cama de su Gobierno. Ya sabemos todos que es un mentiroso y, he llagado a la conclusión de que hay gente que, aún, lo votará, porque creo, que los españoles son muy dados a votar ideologías.
Hace poco que lo comentaba con un amigo que desborda fantasía en su novela “Memorias de Arganon” – imprescindible para quién le guste recrearse en otras civilizaciones – y, con alguna persona muy allegada, que nunca votará un partido de los llamados de derechas, cualquiera que sean los beneficios que obtuviera, o, al menos, evitando los perjuicios evidentes. El voto es individual, por lo que, cada uno, debería votar lo que le conviene, teniendo en cuenta, sobre todo los hechos pasados. Votar por ideologías, es convertir a su partido en un dios omnipresente e irremplazable, que rige su actividad política, aunque sea desastrosa, es un voto irracional, y, yo, ante tal fanatismo, como dicen los jóvenes, flipo.
P.D.: Después de lo dicho, quito Sr. del encabezamiento. Salve.